LA IMPORTANCIA DE DECIR NO, CUANDO HAY QUE DECIR NO. LA IMPORTANCIA DE DECIR Sí, CUANDO HAY QUE DECIR Sí

Se suele afirmar que decir no es más difícil que decir sí. Hay algunos libros de auto-ayuda que le dan gran importancia al tema. El mismo Byron Dyer le dedica un capítulo de su famoso libro “Tus zonas erróneas”. Muchos de estos comentarios van encaminados a evitar decir “Si”, cuando en realidad queremos decir “No”.

Muchas personas, también afirman tener este tema superado y que no tienen ningún problema en decir no. Sin embargo yo no estoy tan seguro de que sea un tema superado. A mí alrededor sigo observando problemas y disgustos derivados de no saber decir no con claridad.

Lo que pasa es que también observo muchos problemas y cierta infelicidad derivada de no saber decir si cuando nos lo merecemos. Cuando no somos capaces de decirnos “si” a nosotros mismos.

Los que no tengan problemas con el si ni con el no, que no se preocupen. No le harán ninguna falta estas reflexiones. El problema con el no, lo podemos encontrar en la adolescencia. En la infancia la necesidad de “pertenencia”, la seguridad que nos da la pertenencia, se da en el seno de la familia. Los padres, los hermanos, los primos, nos dan la seguridad de pertenecer a un grupo social determinado. Esta idea de pertenencia en la infancia va acompañada de una idea de lealtad incondicional a los padres.

Sin embargo en la adolescencia, surge una necesidad de afirmación, que conduce hacia la pandilla. El grupo entonces tiene una importancia capital. El adolescente quiere ser aceptado por la pandilla. Como que su personalidad no está formada, hará lo que le pidan para ser aceptado por la panda. Le propondrán que le dé al botellón o a la maría, que participe en alguna que otra gamberrada. La falta de un criterio definido, de una personalidad formada y la necesidad que siente de ser aceptado por el grupo, la necesidad de pertenencia, pueden hacerle difícil decir no.

Esto a veces se cura con los años y a veces no. Si se mantiene la necesidad de ser aceptado nos encontraremos con el empleado que no se atreve a decirle que no al jefe. Ni tan siquiera se atreve a plantar cara a sus compañeros de trabajo. Nos encontramos también con el modelo de mujer que no tiene un no para nadie. No tiene un no para su marido. El “no es no”en cuestiones sexuales, también vale dentro del matrimonio. Sin embargo he escuchado varias confesiones de mujeres de cierto carácter, incapaces de decir no al marido. Por un sentido del amor mal entendido, por un sentido de la lealtad, por miedo a perder el marido o por una idea de las obligaciones conyugales ancestral pero todavía vigente precisamente porqué está en los genes y se reproduce de madres a hijas.

A veces también cuesta decir no a los hijos. Es algo que ocurre con los padres progres. Sin embargo es imprescindible poner límites. Es importante hablar con los hijos, es necesaria la comunicación y cuando hay que decir no, deber ser un no argumentado y reposado, sin mal humor ni gritos. Pero firme y con una firmeza que no admita fisuras ni tambaleos. Cuando hay una separación matrimonial, es frecuente que haya una cierta sensación de culpabilidad de los padres hacia los hijos. Este sentido de culpa lo siente el progenitor que ha provocado la rotura, y muchas veces también el que se siente abandonado. Este sentido de culpa a veces se intenta compensar con una relación excesivamente permisiva y de falsa amistad con los hijos.

Entonces nos encontramos con unos hijos adolescentes que son educados sin límites. Nunca hay un no para ellos. También ocurre que cuando una de los padres dice no y el otro dice que sí para fastidiar al otro. Los hijos se convierten en moneda de cambio y en arma arrojadiza. Un verdadero desastre. Estos hijos tienen muchos números de ser “ninis”. Ni estudian ni trabajan. Desgraciadamente he conocido muchos casos. En la presentación de mi libro “La línea del horizonte”, hablé de la importancia de decir “no” cuando nos pidan que avalemos. También  tendremos que tener el no siempre a punto en las demás relaciones con los bancos. Cuando nos quieren colocar preferentes, fondos de inversión maravillosos y otras lindezas.

Los directores de las agencias bancarias no son nuestros amigos. Han intentado colocarnos productos tóxicos en el más reciente pasado. Y lo siguen intentando. Sin embargo, en estas líneas me interesa más profundizar en la necesidad de decirnos sí a nosotros mismos. Entonces  tendremos que preguntarnos de donde surge la dificultad de decirnos “si”. De darnos permiso para vivir de otra manera. Para actuar de otra manera. En alguno de mis cuentos he mencionado el cuento del elefante que está atado con una cadenita a un pequeño poste de madera.El elefante es grande y fuerte. No debería tener ningún problema en romper la cadena. Sin embargo no lo hace. Desde que nació lo ataron al poste y es incapaz de revelarse y romper el poste y la cadena.

De niños nos rodean con algunas cadenas que es muy sano aprender a romper en algún momento de nuestra vida. De lo contrario nuestro desarrollo personal está condicionado. Cuando adquirimos cierta práctica en meditación, la calma mental y el acercamiento a una conciencia plena, pueden provocar una visión mucho más completa de nosotros mismos. Y adquirir conciencia que somos MÁS de lo que nos atrevemos a mostrar. Que somos MÁS de lo que nos atrevemos a vivir. No se trata tanto de que estemos dominados por un falso yo. Se trata más bien  el que hay un yo soterrado. El YO aparece “dividido” En este sentido la meditación con el elemento de “contemplación” que nos regala, es un primer paso para una efectiva integración del yo.

Las molestias físicas y las enfermedades recurrentes, pueden tener un origen casual. Podemos acusar la pérdida de un ser querido. Podemos acusar problemas en el trabajo. Podemos acusar problemas económicos. Pero si persisten las molestias físicas, es posible que lo que ocurra es que haya un “YO SOTERRADO” que está llamando a la puerta. Que nos está diciendo que rompamos unas deberizaciones que nadie nos obliga a cumplir y que sin embargo afectan negativamente a nuestra salud, a nuestra vida y a nuestro bienestar.

Las adicciones también pueden ser un síntoma de una carencia en la integración del “Yo” de una necesidad de que aflore esta zona oculta. Cuando no se encuentra está salida se intenta compensar con la adicción. Por ello cuesta tanto dejar una adicción atrás. Porque no vamos a la raíz del problema.

La obesidad es otro síntoma de que algo ocurre en nuestro interior. Hay una queja interna, tremenda, y sin embargo muy oculta. Por ello todas las dietas de adelgazamiento fallan. Las religiones son expertas en reprimir en acotar, en soterrar nuestra esencia. Un acercamiento a la espiritualidad, un acercamiento al misterio, no tiene nada que ver con toda la carga de represión y de acotamiento de la libertad que ha provocado movimientos espirituales como el nacional-catolicismo, con sus diferentes formas de inquisición y las concepciones dualistas que siempre acaban girando en torno a la idea del pecado.

COMO HACER AFLORAR ESTE YO SOTERRADO
El afloramiento controlado. La pólvora.

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